Que alejaste los fantasmas del pasado. Que me tiraste la cuerda y me sacaste de ese pozo oscuro en el que caí. Que cogiste el pincel y pusiste color a mi vida. Que eres la única persona que consigue que me duela la barriga de tanto reírme. Que tienes las palabras correctas en el momento exacto, aunque algunas veces no te haga caso... Que eres compañera de viaje, de risas y llantos, de aventuras. Que eres compañera de vida. A ti. Gracias por aparecer, por demostrar, por estar y por ser. A ti. Que prometimos un "para toda la vida juntas con todo incluido", y así es y será. Que me miras con esos ojos tan bonitos llenos de ilusión y sueños. Sí. A ti. Hoy, mañana y siempre. Feliz vida, pack. Te amo más que Dobby a los calcetines💛
Esa pregunta que ha arruinado tantos sueños. La sociedad en la que vivimos, por inercia, hace plantearnos esta pregunta día sí y día también. No nos damos cuenta, y yo me meto en el mismo saco, de que a la hora de tomar una decisión está bien consultar o pedir opinión a la gente de nuestro entorno, pero tenemos que tener claro que va a haber diversas opiniones, que no todo el mundo va a compartir nuestras decisiones y no podemos permitir que nos afecte. Y ahí es donde está el problema. Nos centramos en la opinión de los demás, y en olvidarnos de lo que nosotros queremos. Y confirmo que hasta el momento, yo era una de esas personas que dejaba de hacer cosas que me apasionan o me llenan de vida por el qué dirán. Me di cuenta de que no me valoraba como tenía que hacerlo, que la inseguridad y los miedos se apoderaban de mí, el sentir que iba a decepcionar a mi gente... cuando el problema era que me estaba decepcionando a mí misma. Ahora hago lo que quiero y cómo quiero. De...